Los hindúes conocían al solemne y majestuoso planeta de los anillos como Sanais satis tschara, el dios errando lentamente. Y es que sus movimientos aparentes sobre las constelaciones son tan poco apresurados, que puede ser observado durante meses casi en el mismo sitio. Solo pasa de un signo del Zodiaco a otro, por termino medio, cada dos años y cinco meses, ya que una revolución completa alrededor del Sol tarda cerca de veintinueve años y medio.
Saturno y la División de Cassini |
Sin embargo, en cuanto lo observamos con un telescopio, la supuesta modestia se desvanece; joya celeste mucho más amplia que el cuerpo del planeta: si éste tiene 120.530 kilómetros de diámetro, los anillos empiezan a unos 7.000 km de la capa nubosa superior de Saturno y se extienden otros 400.000 km hacia el exterior.
Saturno cuenta con varios anillos principales y varios más pequeños , con numerosas divisiones entre ellos. Con un pequeño telescopio podemos distinguir uno de estos pasillos, la División de Cassini, que separa el anillo más claro de otro, color ala de mosca. El efecto de los anillos, incluso observados con poco aumentos, convierto a Saturno en uno de loas astros más vistosos del cielo.
Los anillos están compuestos por millones de corpúsculos sólidos que giran en órbitas concéntricas en torno al gran planeta. Hay varias familias de corpúsculos que se diferencian entre sí en su naturaleza, densidad y tamaño, por lo cual presentan esos distintos aspectos, desde el anillo más cercano hasta el más exterior.
A pesar de su gran anchura, tiene unos pocos kilómetros de espesor, de manera que cuando se nos presenta de canto no lo vemos. Este hecho ocurre aproximadamente cada catorce años y medio; por el contrario, hacia la mitad de este intervalo nos mostrará su máxima elongación. En cualquier caso, su aspecto, contemplado desde la Tierra mediante un telescopio, es magnifico.
Fotografía obtenida por A.A. Perseo |
Saturno posee más de 57 satélites; el más brillante, Titán, puede ver con cualquier telescopio. Más pálido es Rhea, y con un poco de suerte un aficionado puede distinguir a Japeto, el más misterioso de los satélites saturnianos, porque es cinco veces más brillante cuando está al oeste del planeta que cuando está al este.
Por lo demás, la gran esfera de Saturno nos presenta una configuración similar a la de Júpiter, con sus grandes bandas de nubes y alternancia de fajas claras y oscuras. Esta atmósfera debe ser tan profunda, que la densidad media del planeta es inferior a la del agua, caso realmente único en todo el Sistema Solar. Sí arrojáramos todos los planetas a un océano colosal, se hundirían en él (el Sol también, pese a su constitución gaseosa) excepto Saturno, que flotaría. Científicamente, el experimento no solo no es verificable, sino impensable. De todas formas, tiene un fascinación especial imaginar un Saturno flotante.