“El mecanismo de los cielos es como un reloj. Toda esa variedad de movimientos procede de una única fuerza, del mismo modo en que, en un reloj, todos los movimientos proceden de un único péndulo” . Johannes Kepler.
En la concepción premoderna del cosmos el universo estaba compuesto por una sucesión de esferas de cristal concéntricas y perfectas, con la Tierra en el centro. Este sistema geocéntrico debía más al misticismo que a la astronomía, y asumía una especie de correspondencia mística entre las diversas esferas, gobernadas por leyes misteriosas y por fuerzas invisibles. Para “rescatar” la naturaleza perfecta de las esferas se necesitaban complejas contorsiones matemáticas que hicieran coincidir esta teoría con los movimientos de los cuerpos celestes que se observaban realmente en el cielo nocturno.El Sistema Solar |
Fuente: 100 analogías científicas. Joel Levy. Librero