1. Newgrange (Irlanda)
Fue originalmente construido aproximadamente entre
3300-2900 a. C. El Newgrange se usó como una tumba. Los huecos en la cámara
cruciforme aguantan grandes cuencas de piedra dentro de las cuales estaban
situados los restos incinerados de aquellos colocados para descansar. Durante
la excavación, sólo se encontraron los restos de cinco individuos.
Newgrange está orientado astronómicamente: cada año,
en la mañana del solsticio de invierno, la luz del sol penetra en el pasaje e
ilumina el suelo de la cámara durante 17 minutos. Algunos han especulado por
ello que el Sol habría tenido una gran importancia en las creencias religiosas
del pueblo que lo construyó, y otros han tomado el hallazgo como referencia
para estudios arqueoastronómicos en otros monumentos similares (aunque la
alineación de Newgrange es la única fehacientemente demostrada y podría ser
fruto de la casualidad).
2. Stonehenge
Stonehenge (2500 a.C. aprox) está formado por grandes
bloques de piedra metamórfica distribuidos en cuatro circunferencias
concéntricas. La exterior, de treinta metros de diámetro, está formada por
grandes piedras rectangulares de arenisca que, originalmente, estaban coronadas
por dinteles, también de piedra, quedando hoy en día sólo siete en su sitio.
Dentro de esta hilera exterior se encuentra otro círculo de bloques más
pequeños de arenisca azulada. Éste encierra una estructura con forma de
herradura construida con piedras de arenisca del mismo color. En su interior permanece
una losa de arenisca micácea conocida como «el Altar». Todo el conjunto está
rodeado por un foso circular.
La finalidad que tuvo la construcción de este gran
monumento se ignora, pero se supone que se utilizaba como templo religioso,
monumento funerario u observatorio astronómico que servía para predecir las
estaciones.
En el solsticio de verano, el Sol salía justo
atravesando el eje de la construcción, lo que hace suponer que los
constructores tenían conocimientos de astronomía. El mismo día, el Sol se
ocultaba atravesando el eje del Woodhenge, donde se han encontrado multitud de
huesos de animales y objetos que evidencian que se celebraban grandes fiestas,
probablemente al anochecer.
3. Babilonia
Babilonia fue una antigua ciudad de la Baja
Mesopotamia, situada unos 90 km al sur de Baghdad (Irak).
Los babilonios estudiaron los movimientos del Sol y de
la Luna para perfeccionar su calendario. Solían designar como comienzo de cada
mes el día siguiente a la luna nueva, cuando aparece el primer cuarto lunar. Al
principio este día se determinaba mediante la observación, pero después los
babilonios trataron de calcularlo anticipadamente. Su interés por la astronomía
era para buscar “presagios”… avisos sobre algo que podía pasar.
Las primeras actividades astronómicas que se conocen
de los Babilonios datan del siglo VIII a.C. Se conoce que midieron con
precisión el mes y la revolución de los planetas.
La observación más antigua de un eclipse solar procede
también de los Babilonios y se remonta al 15 de junio del 763 a.C. Los
babilonios calcularon la periodicidad de los eclipses, describiendo el ciclo de
Saros, el cual aun hoy se utiliza. Construyeron un calendario lunar y
dividieron el día en 24 horas. Finalmente nos legaron muchas de las
descripciones y nombres de las constelaciones.
Hacia el 400 a.C. comprobaron que los movimientos aparentes
del Sol y la Luna de Oeste a Este alrededor del zodíaco no tienen una velocidad
constante. Parece que estos cuerpos se mueven con velocidad creciente durante
la primera mitad de cada revolución hasta un máximo absoluto y entonces su
velocidad disminuye hasta el mínimo originario. Los babilonios intentaron
representar este ciclo aritméticamente dando por ejemplo a la Luna una
velocidad fija para su movimiento durante la mitad de su ciclo y una velocidad
fija diferente para la otra mitad.
Perfeccionaron además el método matemático
representando la velocidad de la Luna como un factor que aumenta linealmente
del mínimo al máximo durante la mitad de su revolución y entonces desciende al
mínimo al final del ciclo. Con estos cálculos los astrónomos babilonios podían
predecir la luna nueva y el día en que comenzaría el nuevo mes. Como
consecuencia, conocían las posiciones de la Luna y del Sol todos los días del
mes.
De forma parecida calculaban las posiciones
planetarias, tanto en su movimiento hacia el Este como en su movimiento
retrógrado. Los arqueólogos han desenterrado tablillas cuneiformes que muestran
estos cálculos. Algunas de estas tablillas, que tienen su origen en las
ciudades de Babilonia y Uruk, a las orillas del río Éufrates, llevan el nombre
de Naburiannu (hacia 491 a.C.) o Kidinnu (hacia 379 a.C.), astrólogos que
debieron ser los inventores de los sistemas de cálculo.
Enûma Elish
Enûma Elish es un poema babilónico que narra el origen
del mundo. Enûma Elish significa en acadio "cuando en lo alto", y son
las dos primeras palabras del poema. Está recogido en tablillas. Cada una de
estas tablillas contiene entre 115 y 170 líneas de caracteres cuneiformes
datados del año 1200 a. C.
Según esta cosmogonía, antes de que el cielo y la
tierra tuviesen nombre (no tener nombre equivalía a no existir), la diosa del
agua salada Tiamat y el dios del agua dulce Apsu, engendraron una familia de
dioses con la mezcla de sus aguas, y estos a su vez a otros dioses. Estos
nuevos dioses perturbaban a Apsu, que decidió destruirlos. Aunque uno de ellos,
Ea, se anticipó a los deseos de Apsu haciendo un conjuro y derramando el sueño
sobre él, para luego matarlo. Ea, o Nudimmud, el dios parricida, junto a
Damkina, engendró a Marduk, el dios de Babilonia. Al tiempo, Tiamat es
convencida de tomar venganza y rebelarse, decide dar mucho poder a Kingu, su
nuevo esposo, y le entrega las tablillas del destino. Marduk es nombrado por
los dioses para enfrentar a Tiamat, accede con la condición de ser nombrado
"príncipe de los dioses o dios supremo", finalmente vence a Tiamat,
la mata y con su cuerpo crea el cielo y la tierra. Luego le son arrebatadas las
tablas del destino a Kingu. Marduk, exultante, planea realizar obras estupendas
y las comunica a Ea: Amasaré la sangre y haré que haya huesos. Crearé una
criatura salvaje, 'hombre' se llamará. Tendrá que estar al servicio de los
dioses, para que ellos vivan sin cuidado. Kingu es condenado a morir por
ser el jefe de la rebelión, y, con su sangre, Ea crea a la humanidad.
4. Astronomía en Egipto
Los egipcios observaron que las estrellas realizan un
giro completo en poco más de 365 días. Además, este ciclo de 365 días del Sol
concuerda con el de las estaciones, y ya antes del 2500 a.C. los egipcios
usaban un calendario basado en ese ciclo, por lo que cabe suponer que
utilizaban la observación astronómica de manera sistemática desde el cuarto
milenio.
El año civil egipcio tenía 12 meses de 30 días, más 5
días llamados epagómenos. La diferencia, pues, era de ¼ de día respecto al año
solar. No utilizaban años bisiestos: 120 años después se adelantaba un mes, de
tal forma que 1456 años después el año civil y el astronómico volvían a
coincidir de nuevo.
El Nilo empezaba su crecida más o menos en el momento
en que la estrella Sothis, nuestro Sirio, (el Sepedet de los egipcios), tras
haber sido mucho tiempo invisible bajo el horizonte, podía verse de nuevo poco
antes de salir el Sol.
El calendario egipcio tenía tres estaciones de cuatro
meses cada una:
·
Inundación o
Akhet.
·
Invierno o Peret,
es decir, "salida" de las tierras fuera del agua.
·
Verano o Shemú,
es decir, "falta de agua".
La apertura del año egipcio ocurría el primer día del
primer mes de la Inundación, aproximadamente cuando la estrella Sirio comenzaba
de nuevo a observarse un poco antes de la salida del Sol.
De finales de la época egipcia (144 d.C.) son los
llamados papiros de Carlsberg, donde se recoge un método para determinar las
fases de la Luna, procedente de fuentes muy antiguas. En ellos se establece un
ciclo de 309 lunaciones por cada 25 años egipcios, de tal forma que estos 9.125
días se disponen en grupos de meses lunares de 29 y 30 días. El conocimiento de
este ciclo permitió a los sacerdotes egipcios situar en el calendario civil las
fiestas móviles lunares.
La orientación de templos y pirámides es otra prueba
del tipo de conocimientos astronómicos de los egipcios. Se construyeron
pirámides como la de Gizeh, alineada con la estrella polar, con la que les era
posible determinar el inicio de las estaciones usando para ello la posición de
la sombra de la pirámide. También utilizaron las estrellas para guiar la
navegación.
El legado de la astronomía egipcia llega hasta
nuestros días bajo la forma del calendario. Herodoto, en sus Historias dice:
"los egipcios fueron los primeros de todos los hombres que descubrieron el
año, y decían que lo hallaron a partir de los astros".
La perspicaz observación del movimiento estelar y
planetario permitió a los egipcios la elaboración de dos calendarios, uno lunar
y otro civil. El calendario Juliano y, más tarde, el Gregoriano - el que usamos
actualmente -, no son más que una modificación del calendario civil egipcio.
Fuentes: Wikipedia y distintas webs relacionadas
Fuentes: Wikipedia y distintas webs relacionadas